Cómo te vas a vestir, a dónde vas a ir, el medio por el que te vas a transportar y hasta las ganas de lidiar con miradas en la calle.
Tengo miedo. A mis 28 años por primera vez tengo mucho miedo por mis hermanas, por mis amigas y por mí. Soy una mujer privilegiada en la Ciudad de México, vivo en una de las alcaldías más céntricas y con más vida; a cinco minutos caminando del metro en una zona llena de seguridad, trabajo cerca de mi casa y si necesito pedir un Uber, tengo posibilidades económicas de hacerlo. Nada de lo anterior me salva de que algo me pase, de llegar viva a casa.
Hace unas semanas no uso el metro si no es por la mañana. Me da pánico transbordar y que me intenten secuestrar, me da pánico no saber cómo reaccionar y terminar violada y muerta en un barranco. Me da pánico ver el teléfono y pensar que ese mensaje va a ser diciéndome que alguna mujer cercana a mí está desaparecida.
Cuando llegaron a México las aplicaciones para pedir un coche nos dieron una posibilidad a las mujeres de salir de noche de una manera segura y saber que sí ibas a llegar. En 2017 mataron a Mara y junto a ella también se fue la idea de poder llegar seguras: también ahí nos pueden matar. Salimos a marchar, gritamos, lloramos, pedimos seguridad y año y medio después nos están secuestrando en el metro, no sólo fuera, también adentro.
¿Qué hizo el gobierno ante las denuncias de desapariciones en el metro? Sacó unas pulseras moradas para los policías —incluso cuando no estén en servicio— y así les puedas dar la mano y “sentirte segura” si te están acosando. “Guau, ahora sí se acabó el acoso”, dijo nadie nunca. No puede ser posible que el gobierno siga sin saber nada de perspectiva de género. No puede ser posible que con esas pulseras —un pinche listón morado— le den incluso la posibilidad a secuestradores o pervertidos que se aprovechan de la vulnerabilidad de la situación.
Es la primera vez que el miedo es constante. Como mujer, siempre te tienes que fijar cómo te vas a vestir dependiendo a la hora que vas a llegar, a dónde vas a ir, el medio por el que te vas a transportar y hasta las ganas de lidiar con miradas y piropos en la calle. Como mujer te sientes más segura caminando de noche con un taser, un pepper spray o las llaves entre los dedos.
Platiqué con algunas mujeres sobre las medidas que han tenido que tomar para cuidarse de cualquier cosa que pueda pasar.
Lorena, 35 años
Las medidas que he tomado son el no llamar la atención con mi vestuario o mi bolsa. De entrada no quiero ser el blanco de nadie. No tengo coche, por lo general visto de la manera más cómoda y práctica para caminar o andar en bicicleta. Siempre salgo con el dinero que voy a gastar, ni más ni menos, con batería de celular cargada y mi identificación.
Ximena, 23 años
Le aviso a mi familia cuando salgo de un lugar y llego a otro, llevo mi taser a la mano siempre.
Mariana, 27 años
Si voy a caminar o usar transporte público, elijo mi ropa, buscando que no sea muy ajustada y evito usar faldas o vestidos encima de la rodilla. Si traigo audífonos sólo me los pongo de un lado para poder estar más alerta si algún vato me sigue.
Ivonne, 35 años
No salgo con tacones, uso calzado con el que pueda caminar rápido o correr. Salgo tapada, no llevo el celular y el dinero en la misma bolsa.
Olaya, 23 años
Cualquier hombre es un posible agresor. Cualquier agresor puede usar esa pulsera [la que dio el gobierno de la CDMX a los policías]. Es una vergüenza que ante la situación que se esta viviendo propongan estupideces como esa. Mayores medidas punitivas y preventivas es lo que necesitamos.
Aída, 30 años
Las pulseras me provocan más miedo porque siento que las pueden usar hombres con malas intenciones, siento que literal es una carnada.
Leo los mismos comentarios pendejos de siempre: “a los hombres también nos matan”, “pues no se expongan”, “seguro andaba en algo raro”. Hace una semana, miles de mujeres salimos a marchar para exigir nuestros derechos, para exigir transitar seguras. Ese día, después de la marcha, unas compañeras rayaron el metro y parece que los derechos de los vagones del metro —que huele a meados y está rayado por todos lados— les indigna más que lo que nosotras pedimos: que no nos roben ni secuestren en ese mismo metro.
Los testimonios que compartí son sólo ejemplos de decenas de respuestas que me llegaron a mi cuenta de Twitter. La próxima vez que alguien te diga que “la violencia machista no existe” o que “a los hombres los matan más” y que viven con miedo, puedes ver lo que dicen un montón de morras acá, a ver si como hombre ellos se cuidan igual.
Spoiler: no.
Nos están negando el derecho a vivir nuestra ciudad, nuestra vida. Tenemos que tomar medidas todo el tiempo, no sólo para habitar esta ciudad más amablemente, sino para sobrevivir. La historia ya nos enseñó que los derechos se exigen, nos estamos organizando, hagamos lo que sea necesario, pero esto no puede seguir pasando.
Exijamos la ciudad y el país que merecemos. Mientras tanto cuidémonos entre nosotras, hagamos lazos y grupos de mujeres, lo que sea necesario para que a ninguna nos toque. Juntas somos más fuertes.