Denunciar a un acosador tiene pocas probabilidades de éxito para que llegue a una sanción porque ‘no ha hecho nada’ ¿qué tiene que ocurrir para que se castigue?
¿Qué tiene que pasarme para que mi caso proceda? Luisa, estudiante de nivel superior de 25 años, tiene que enfrentar a su acosador cada vez que llega a casa. Se lo topa cada vez que viaja en el Metro y tiene que salir por un pasillo de la estación Río de los Remedios, en el municipio de Ecatepec, en el Estado de México.
“Ssshh shhhh ¿Por qué tan seria?». Los actos de acoso del sujeto iniciaron desde hace un año, hasta que en febrero de 2017, Luisa, cuyo nombre real no se da a conocer para resguardar su integridad, decidió confrontarlo: “¿CUÁL ES TU PROBLEMA?”.
La reacción del sujeto fue gritarle insultos gritarle: “pinche vieja loca”.
El sujeto siempre estaba ahí, en su camino a casa porque es un vendedor ambulante, de los que ocupan instalaciones del Metro pata vender ropa o juguetes. Los comentarios de acoso llegaron a ser tan recurrentes que Luisa no aguantó más y decidió llevarlo más lejos. Le comentó a su papá lo que estaba ocurriendo cada vez que pasaba por la salida de la estación Río de los Remedios de la Línea B del Metro.
Su padre fue con ella a hablar con el jefe de estación, pero no hizo nada que detuviera los actos de acoso. La Línea B, es considerada la más peligrosa del Sistema de Transporte Colectivo y que conecta la zona norte de la CDMX, con el Estado de México, desde Buenavista hasta Ciudad Azteca.
Su padre comenzó a ir por ella a la estación del Metro cada vez que estaba por llegar a casa. Luisa consultó una app dada de alta por el Gobierno de la Ciudad de México en 2017 y presentó ahí su queja. La contactaron, le dieron una cita en uno de los módulos de atención a víctimas de acoso en el Metro, pero fueron directos: “Me dijeron que no iba a proceder porque no me había pasado nada. Nada más me dijo de cosas…”
Luisa les preguntó qué le tenía que pasar para que las autoridades actuaran. Desistió de denunciar el caso y volvió a su rutina, pero esta vez, equipada con un gas pimienta que lleva en su bolsillo y con la ansiedad de no ser vista por el sujeto que siempre está en el mismo pasillo vendiendo ropa o juguetes.
“Este año, una noche que pasé por ahí me empezó a decir ‘Ah, ahí va esa pinche vieja enojona’.” Luisa lo ignoró, pero una noche fue inevitable reaccionar.
Iba de regreso a casa, contactó a su papá dos estaciones antes para avisarle que ya estaba por llegar a la estación Río de los Remedios y pedirle que fuera a encontrar. Al llegar al pasillo de siempre, ahí estaba el acosador. Entonces oyó un grito: “¡Agárrenla, agárrenla! ¡Es ella! …»
Luisa solo pensó en correr, empujó a un tipo que tenía enfrente ante el miedo de ser secuestrada o que varios hombres la agarraran o quisieran violarla. Corrió hacia las escaleras de la salida del Metro, bajó, subió y atravesó la Avenida Central, una vía rápida del Estado de México, donde por suerte no circulaba ningún auto en ese momento. Apenas recobró el aliento y llegó a un parque y llamó urgentemente a su padre: «¿Dónde estás? ¿Por qué no llegas? Tres minutos después su papá ya estaba en el punto de encuentro y se fueron juntos a casa.
Luisa no ha vuelto a pasar por la misma estación ante el miedo de volverse a encontrar con el acosador.
El Metro es un sistema que abarca gran parte de la Ciudad de México, pero ese tramo está en Edomex. Las autoridades capitalinas le dijeron que acuda a la fiscalía mexiquense para presentar su denuncia de hechos porque no hay un sistema que integre las quejas de los usuarios sin importar dónde ocurran los hechos.
Ahora, Luisa ha cambiado su ruta de regreso a casa, el gas pimienta ya no es suficiente y trae un aparato que lanza descargas como arma de defensa. Ella teme que no sea la única, su prima y su hermana menor tienen que pasar por ese camino para usar el transporte y ninguna autoridad parece competente para poner freno a los actos de acoso y amenazas de posible secuestro de las mujeres.
mexico.com contactó a la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, donde reconocieron que corresponde a ellos atender el caso; sin embargo, advierten que no hay un protocolo del sistema de transporte con una visión metropolitana, esto es que incluya a los gobiernos de CDMX y del Edomex.
“¿Qué debe pasar?, ¿que realmente me suceda algo más?, ¿que me violen para que pase algo?”