El 9 de diciembre Andrea le dijo a su madre que iría al centro comercial con Viridiana, su mejor amiga. Fue la última vez que supo de su hija.
«No quiero nada para mí: sólo anhelo lo posible imposible: un mundo sin víctimas».
Fragmento de Fin de siglo, José Emilio Pacheco
Unos días antes de Navidad, el 18 de diciembre de 2017, un ejidatario informó a las autoridades que el cuerpo de una mujer se encontraba en un cárcamo de aguas negras, en Zumpango, Estado de México. Ahí estaba golpeada, amarrada y estrangulada. Una más, una menos.
Sin vigilancia, el lugar se presta para que cosas de este tipo sucedan, ya que no se ve mucha gente por ese lado de la Laguna de Zumpango, donde, por lo menos, tres mujeres fueron encontradas asesinadas después de haber sido desaparecidas, sólo en 2017.
Andrea Yissel era una joven de 22 años y madre de un pequeño de cuatro. Después de padecer problemas de violencia con su esposo, el padre del niño, decidió regresar al hogar materno y vivía con su mamá. «Era muy amiguera», me cuenta Fabiola Martínez, su madre.
El 9 de diciembre Andrea le dijo a su madre que iría al centro comercial cercano a su casa, que no tardaría. Eran cerca de las siete de la noche. Su hermano menor se la encontró en el camino, iba acompañada de Viridiana, su mejor amiga. Poco antes de las ocho y media de la noche, Andrea llamó a su mamá de un número que no conocía: «Ya voy para allá», le dijo y preguntó, «¿ya llegó mi papá?» Fabiola le dijo que sí, que ahí la esperaban. Fue la última vez que supo de su hija.
Las autoridades del Estado de México les tomaron la denuncia por desaparición a las madres de Andrea y Viridiana el 10 de diciembre. Ambas familias iniciaron el peregrinar, pegando boletines, con la esperanza de encontrarlas con vida. El 11 de diciembre de 2017 fue encontrado el cuerpo desnudo de Juana Rosas, una chica de 18 años, en la Laguna de Zumpango. El temor creció en Fabiola.
Pasaron los días y la zozobra aumentaba en la familia de la joven madre. Su pequeño preguntaba a qué hora iba a regresar su mamá y ante la falta de respuesta, el padre del pequeño decidió llevárselo con él. Eso ayudó un poco a Fabiola para continuar la búsqueda. las autoridades no hacían mucho por buscarlas, por lo que ambas familias empezaron a indagar hacía dónde se fueron. Algunos medios locales daban cuenta de que se habían ido a la feria del pueblo, sin embargo no fue así, y las indagatorias de las familias no daban mucho, sólo supieron que se dirigían al Centro Comercial de Zumpango.
Andrea Yissel nació el 22 de enero de 1993, era la primera hija de Fabiola, «una buena niña, siempre se preocupaba por los demás y era amante de todo tipo de música», cuenta. Su cuerpo fue encontrado en aquel cárcamo de aguas negras el 18 de diciembre. Su madre no la vio, fue su tío materno quien hizo el reconocimiento. “El estado de descomposición era muy alto, no pude volver a verla», cuenta, «se me cayó el mundo, me arrebataron la vida, ya no sé qué decirle a mi nieto cada vez que me pregunta por su mamá, él niño no sabe que su mamá está muerta, no sé cómo decirle que ya no va a regresar”.
“El cuerpo de Viridiana, la amiga de Andrea, fue encontrado una semana después también en la Laguna, ambas fueron asesinadas y dejadas como desechos, no sé qué pensar, algo muy delicado está pasando y las autoridades mexiquenses no están realmente haciendo nada”, denunció el tío materno de Andrea.
El número de carpeta de investigación del feminicidio de Andrea es el ECA/FHM/FAM/034/ 281415/17/12, pero su familia reclama que ella no es sólo eso. «No nos han dado avances del caso, no sabemos nada y parece que las vidas de las mujeres, que son asesinadas en este país, se quedan disminuidas a esas cifras», dice Fabiola.
Esa Navidad Andrea quería pozole, pero el 24 de diciembre de 2017 estaban los rosarios de Andrea, ya no hubo cena, y la vida de esta familia quedó en la oscuridad sin la presencia de quien todos concuerdan, era la alegría de la casa.
A dos años de que inicié la tarea de revisar las páginas de nota roja, reflexiono a cuál de nosotras nos han arrancado y la constante sigue siendo la misma: de 7 a 8 mujeres son asesinadas todos los días. Muchas son desconocidas que no son reclamadas, otras más asesinadas —según las autoridades de estados como Veracruz y Guerrero— «por el crimen organizado», la mayoría asesinadas por sus parejas o ex parejas, o por depredadores que se encuentran agazapados, esperando a saltar por su presa, para ultrajarla y dejarla en medio de la nada, asesinada.
Mi objetivo desde el inicio ha sido visualizar lo que está sucediendo en el país donde nada pasa y todo permanece sin ser investigado; los infiernos que viven a diario las familias que llevan años buscando a sus desaparecidas o a los feminicidas de sus hijas, madres, tías y hermanas. No busco generar lástima, sino que dejemos de acostumbrarnos al dolor, que dejemos de normalizar la violencia y continuemos exigiendo justicia a las autoridades, porque ése es su trabajo. Si no pueden, renuncien.
La familia de Andrea sigue llena de desesperanza a más de un mes de su feminicidio, aún no saben, quién o quiénes decidieron arrebatarle la vida.
Quieres contar una historia de feminicidio, desaparición o intento de feminicidio, búscame y ayúdame a visualizarlas:
@FridaGuerrera
https://www.vice.com/es_mx/article/pambez/ambas-fueron-asesinadas-y-dejadas-como-desechos-andrea-y-viridiana