El 6 de abril de 2016, el cuerpo de una mujer fue encontrado en la carretera México-Puebla. Vestía blusa negra con encaje rojo en el cuello, brasier morado, pantalón de mezclilla, calzón azul y sandalias rosas. Estrangulada, violada y dejada envuelta en una cobija azul. No había más registro de esta mujer.
Las autoridades dieron por hecho que tenía cerca de 28 años de edad y al encontrar papel de baño y condones cerca del cuerpo, asumieron que se trataba de una prostituta. Sin más investigación, el cuerpo fue inhumado el 9 de abril de 2016 en una fosa común en el panteón municipal de Santa Rita Tlahuapan, Puebla.
Ese 2016 fue la desconocida número seis para las autoridades poblanas, el feminicidio 25 en el estado de Puebla y 302 en el país. Su identidad la descubrí muy tarde.
En Oaxaca, una niña de 13 años fue reportada como desaparecida el 28 de abril de 2016, por su madre, una mujer indígena originaria de Candelaria Mixe, perteneciente al municipio de Zacatepec Mixe, en la Sierra Norte de Oaxaca.
A finales de junio de ese mismo año, luego de que mi colaborador cotejara a las mujeres desaparecidas y a las víctimas de feminicidios no identificadas, nos percatamos que la ropa antes descrita era muy similar a la de esa niña indígena desaparecida el 5 de abril en Oaxaca.
La mujer a la que se le señaló como una joven de 28 a 30 años, era en realidad Karina Reyes, la niña desaparecida en Oaxaca, a la que su madre tardo 22 días en reportar porque no sabía cómo hacerlo porque no habla bien español y no sabe leer y escribir. Tampoco sabía cómo poner una denuncia o tomar el camión indicado para llegar a Ciudad Judicial a reportarla.
A más de dos años del feminicidio de esta niña, las Fiscalías del Estado de Oaxaca y Puebla siguen sin dar respuesta a Elsa, su madre, una mujer que no rebasa el metro y medio de estatura. Lo único que pedía era que su hija fuera regresada a su pueblo para ser enterrada con su hermana y su padre, quienes años antes perdieron la vida, ella por una enfermedad que nunca le explicaron a Elsa, y su esposo porque “tomaba mucho”.
Durante más de dos años, las autoridades de ambos estados han hecho caso omiso de este deleznable hecho y las preguntas se agolpan a pesar del tiempo: “¿por qué?”, “¿por ser indígena?”, “¿porque saben que su madre no sabe cómo exigir justicia?”, “¿por ser una más?” “¿porque pensaron que al arrojarla a una fosa común nadie la buscaría?”
Desde FridaGuerrera dedicamos siete meses a incidir con las autoridades poblanas y oaxaqueñas para que el cuerpo de Karina fuera devuelto a su madre. La exhumación y traslado se llevó a cabo el 9 de noviembre de 2016.
Finalmente, su madre, esa mujer menuda de ahora 37 años, tuvo frente a ella la caja donde se encontraban los restos de su hija, nacida el 2 de mayo de 2002, en uno de esos lugares que abraza la naturaleza, lleno de árboles, lluvia y magia.
En 2011, la familia de Karina inmigró de su pueblo para instalarse en Pueblo Nuevo, Agencia Municipal, muy cerca de la capital de Oaxaca, buscando nuevas oportunidades de vida. Ahí, Elsa inició el trabajo como empleada doméstica y su esposo, quien trabajaba como albañil, murió un par de años más tarde. Esto generó que Karina trabajará, además de estudiar español y la primaria en la Agencia Municipal.
La pequeña trabajaba en el restaurante de “Doña Carmen”, limpiando mesas, trastes y barriendo el lugar, al que llegaban comensales, sobre todo traileros. Uno de ellos, llamado Mariano, fue quien, según declarantes, se llevó a Karina el 5 de abril de 2016, tal vez drogada o borracha, porque la niña, como señalaron algunos de los testigos, no se veía bien cuando abordó el tráiler rojo. Nadie supo más de ella.
El feminicida de Karina sigue libre. Tal vez esperando a su siguiente víctima, si es que no lo ha hecho ya.
A nadie le interesa dar con él: no se han generado los oficios necesarios para solicitar los resultados de la necropsia, ni siquiera han definido qué fiscalía tomará la investigación.
Karina no puede y no debe ser olvidada en los miles de casos de feminicidio que azotan a este país. Karina no debe ser archivada en una carpeta no resuelta, ella merece justicia y que quien se atrevió a lastimarla sea castigado.
También las autoridades están obligadas a no permitir que esté sujeto viole, asesine y deseche como basura a una niña más. En este país el mensaje es claro para sujetos como Mariano: “puedes asesinar, secuestrar, violar y arrojar como papel a una niña y difícilmente serás castigado”.
Karina era una niña mixe que conoció a un hombre que aprovechó la situación y se la llevó, no buscó ser asesinada y no provocó que este sujeto la violara.
Desde este espacio pido a las autoridades de Puebla y Oaxaca, detengan al feminicida de esta niña, de lo contrario tengo la certeza de que lo volverá a hacer. Y eso como sociedad no podemos permitirlo.
Quieres contar una historia de feminicidio, desaparición o intento de feminicidio, búscame y ayúdame a visualizarlas.
@FridaGuerrera
https://www.vice.com/es_mx/article/8xe5qk/karina-el-feminicidio-de-una-nina-mixe-de-13-ano