El 16 de enero de 2016, alrededor las 4 de la madrugada, Yesenia recibió una llamada: “Mari sufrió una caída y va rumbo al hospital”.
El feminicidio en México es un problema que nos debe importar a todos. Del primero de enero al 20 de noviembre se han reportado 1745 feminicidios, principalmente en el Estado de México con 181, Michoacán con 140, Guanajuato con 136, Veracruz con 135.
Yesenia Zamudio es una mujer que imprime fuerza en su vida; madre de cuatro hijas, a quienes les enseñó que en la vida debes luchar siempre para lograr lo que buscan ser en la vida. Yesenia no se considera una víctima; siempre ha sido feminista y tiene la convicción de que las mujeres no necesitamos a nadie para ser felices y vivir una vida de amor, respeto y dignidad. Así era Marichuy, la tercera de sus hijas, llena de fuerza, independencia y dignidad.
Conocí a Yesenia el año pasado, impaciente por dar a conocer la verdad sobre lo que sucedió con su hija.
María de Jesús nació el 5 de abril de 1996. Tenía 19 años y era estudiante en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura Unidad Ticomán del Instituto Politécnico Nacional. Compartía un departamento cerca de la escuela con dos compañeras. Era una joven estudiante llena de proyectos y su promedio era de los mejores. Yesenia la describe como una persona desconfiada, muy dedicada a sus estudios, selectiva con la gente de fuera, pero siempre cariñosa con su familia.
El 16 de enero de 2016, alrededor las 4 de la madrugada, Yesenia recibió una llamada: “Mari sufrió una caída y va rumbo al hospital”, recuerda su madre. De inmediato, la madre se trasladó al departamento donde vivía su hija, y al ver que no había nadie, empezó a buscar a María de Jesús en los hospitales cercanos.
“Entre a verla, era mi amada Mari”, recuerda Yesenia. De inmediato le dijeron que tenía muerte cerebral, que ya no había nada que hacer. Tenía fracturas, una en la pierna que ni siquiera le habían suturado. “Su papá y yo decidimos trasladarla al Hospital Álvaro Obregón; en Balbuena estaban dejando morir a mi niña”.
La noche del 15 de enero de 2016, Marichuy fue invitada por GG*, un compañero de su escuela, y un profesor* a cenar y luego al karaoke. Dos mujeres más formaban parte del grupo. Testigos en el lugar narraron que Mari se quería ir a su casa, sin embargo, el profesor y GG no se lo permitieron. De acuerdo con testimonios recabados por la misma madre de Marichuy, más tarde la subieron a una camioneta y se dirigieron a la casa de la estudiante. En el trayecto ella trató de bajar varias veces, pero tampoco se lo permitieron; fundamentaron que era por su seguridad, según lo que me contó Yesenia.
Al llegar al domicilio, testigos declararon que Marichuy gritaba que la dejaran en paz y forcejeaba tratando de defenderse. Subieron al departamento y la jovencita siguió gritando. Las dos roomies con las que compartía apartamento jamás salieron de sus respectivos cuartos. Rosa, una vecina de las estudiantes, al escuchar los gritos subió para ver qué sucedía. “Ella vio al profesor y a GG en la Sala; de inmediato llamo a la policía”, recuerda Yesenia.
Después de la “caída” de Mari desde el quinto piso, llamaron a la ambulancia. El paramédico declararía después ante el ministerio público que había unas 20 personas observando mientras Marichuy convulsionaba. Ninguna dio el nombre de la joven, nadie se ofreció a acompañarla al hospital. De los acompañantes no se supo nada más.
Ocho días después, el 24 de enero, Marichuy perdió la vida en el Hospital Álvaro Obregón a consecuencia de las múltiples fracturas que tenía.
“Desde un principio me dijeron que se había suicidado, Frida. Mari no habría hecho eso. Yo no sabía qué hacer, estaba buscando a la gente con la que había salido, preguntando con los vecinos qué había pasado esa noche. Me llené de dolor al ver que ninguna persona sintió un poco de empatía con mi hija, nadie hizo nada por ella esa noche, solo Rosa”.
¿Yesenia, qué has investigado este tiempo, qué sucedió esa noche?, le pregunté a la madre de Marichuy.
“Sé que luego de que la arrojaron, mi hija cayó parada. Tenía las uñas llenas de piel de quienes la proyectaron. Herida, a mi niña Marichuy la vieron convulsionar. Estaba semidesnuda, su ropa estaba rota, se la habían querido arranca. Los botones estaban reventados por los forcejeos; ella estaba descalza. Hasta hoy no sé cómo le quitaron las altas botas de agujetas que llevaba puestas.
“En la habitación desde la cual la aventaron había mechones de su cabello tirados. ¿Quién la sujetó por el cabello, al grado de arrancarle el cabello? Las botas tiradas, y llenas de yeso, como si la hubieran arrastrado. Los peritajes concluyen que fue arrojada contra su voluntad por la ventana”.
La unidad de feminicidios de la Ciudad de México mantiene el caso como “homicidio doloso”. Han pasado más de dos años desde que Mari fue arrojada por la ventana y Yesenia ha puesto quejas en Derechos Humanos. Le han cambiado en tres ocasiones al Ministerio Público. Sin embargo, todo se ha quedado estancado.
“No soy víctima Frida, no pedí estar aquí. Estoy llena de dolor que he convertido en rabia, y no voy a parar hasta que la justicia llegue a mi niña. Ellos siguen haciendo su vida. El compañero que se encontraba en la casa de Marichuy se dedicó a rumorear que ella se había suicidado. El profesor sigue dando clases. Nadie le debatió haber estado en la habitación de una alumna. A mi Marichuy le quitaron todos sus sueños. Quisieron hacerla pasar como inestable cuando mi hija solo quería triunfar, casarse, tener hijos, y ahí, en ese grupo de gente está la verdad, y yo la quiero”.
*Se omitieron los nombre de las personas involucradas para evitar entorpecer el proceso legal.
Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.