México sigue siendo un país de lo más inseguro para las mujeres y las cifras para nada disminuyen…
No queremos salir a la calle con el miedo de no saber si vamos a regresar. Las mujeres estamos hartas de la violencia que hay contra nosotras en México, de que las estrategias no funcionen, de que las voces que salen a exigir justicia en contra de la violencia de género sean inservibles.
De acuerdo con Amnistía Internacional México, en nuestro país son asesinadas nueve mujeres al día… ¡Nueve mujeres al día! Y parece que nadie tiene en cuenta que, desde hace tiempo, México se convirtió en tierra del feminicidio.
El corazón del problema: la impunidad
Los castigos en contra de los feminicidios son prácticamente inexistentes en nuestro país, de acuerdo con Tania Reneaum, directora de Amnistía Internacional México, quien habló para el periódico Reforma.
«Cuando no se ejecutan órdenes de aprehensión por estos delitos se está dando una clara dimensión, un claro mensaje de un Estado débil para proteger a las mujeres», aseguró Reneaum. Lo preocupante también es que ninguna estrategia lanzada por el Gobierno Federal y los estatales, están funcionando.
De acuerdo con información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el número de feminicidios se elevó de 422 en el año 2015, a 861 en el 2018. El 44 por ciento de las víctimas de feminicidio se concentró en el Estado de México, Veracruz, Nuevo León, Chihuahua y Sinaloa.
Autoridades se resisten a reconocer que es una cuestión de género
Así, sin más: nos matan porque somos mujeres. Es sencillo definirlo, de acuerdo a Reneaum, quien dice que la gran brecha entre feminicidios y homicidios dolosos de mujeres es clara evidencia de Fiscalías y Procuradurías a no reconocer que a las mujeres las están matando por una cuestión de género.
«Son crímenes basados en el género, son crímenes que a veces les anteceden violencias muy graves, como la sexual o el acoso, y son crímenes que quedan en la impunidad», reiteró la directora de Amnistía quien concluyó: «hay un problema de cómo se califica el delito, hay un problema de cómo se investiga el delito, y hay una profunda resistencia de las autoridades a reconocer que este delito es tan grave como cualquier otro que forma parte de la crisis de derechos humanos».
