Home Abuso y Acoso “Un tipo se masturbó junto a mí en el autobús”: Experiencias de acoso sexual

“Un tipo se masturbó junto a mí en el autobús”: Experiencias de acoso sexual

by adminj85jshgn 11 marzo, 2019 0 comment

El acoso sucede sin importar tu edad, el lugar, lo que vistas o que la persona sea miembro de tu propia familia.

La primera vez que me acosaron tenía 14 años. Iba en la secundaria y tomaba el camión para ir a la escuela. Ese día, un hombre mayor se sentó junto a mí y me hizo la plática. Me dijo que le gustaría invitarme al cine y comprarme lo que yo quisiera de la taquilla de dulces. Recuerdo que me bajé del camión unas cuadras antes de mi parada para que él no ubicara en donde me bajaba, pero se paró y se ofreció acompañarme. En el trayecto me pidió mi celular y le dije que mis papás no me dejaban tener uno. Aún recuerdo el pánico que sentí de que sonara el celular mientras yo le mentía. Ese día le dije que me llamaba “Ana” para no decirle mi nombre real.

Me sorprende que la palabra “acoso” encierre tantos sentimientos como angustia, miedo y desesperación. Es una palabra que, aún cuando ignorábamos que existía, ya la experimentábamos a los nueve años, cuando un familiar nos abrazaba y nos decía cosas incómodas. O a los 14 años, cuando pasábamos frente a un grupo de hombres y sentíamos las miradas fijas en nuestro cuerpo. También a los 16 años, cuando nos subíamos al camión usando la falda del colegio.

Es irónico que el día que decidí escribir este texto, un hombre me persiguió en la noche mientras caminaba hacia mi casa. Escuchar que alguien me gritó “¡Corre!” fue lo que me hizo alzar la mirada y darme cuenta de que un hombre, posiblemente drogado, estaba a punto de lanzarse hacia mí. En ese momento corrí hacia un taxi y le dije que por favor avanzara, que algo me querían hacer. El taxista dio algunas vueltas para perder al tipo y llevarme hasta mi casa.

Comentando la vez que a los 16 años un papá en una fiesta infantil me hizo comentarios desagradables sobre la apariencia de mi cuerpo, lancé la invitación a través de mi cuenta de Twitter para que se sumaran y me contaran cuál fue la vez más absurda en que las habían acosado.

Casi 300 personas decidieron abrirse y contarme sus historias. No lo podía creer: el acoso sucede sin importar tu edad, el lugar (algunas historias de acoso habían sucedido en funerales o iglesias), lo que vistas o que la persona sea miembro de tu propia familia.

Karin, 21 años

Siendo estudiante de criminología llevo materias relacionadas al derecho penal. En clase estábamos viendo el acoso como un delito sexual y al pasar a presentar, uno de mis profes me comentó que varias instituciones en Guadalajara iban a estar dando conferencias sobre la importancia de alzar la voz ante el tema. Me dijo que él tenía contacto con un organizador y que le parecía importante que una voz joven, como la mía, que lo ha vivido en carne propia, tuviera la oportunidad de hablar, así que me consiguió un lugar en el evento para que yo pudiera asistir.

Con la más grande de las ironías uno de los organizadores del evento me tocó varias veces “por error” las piernas, los muslos y hasta los senos, disculpándose con un “perdón, perdón, no me fijé”. El colmo fue cuando lo descubrí siguiéndome al baño de mujeres con la excusa de que se había perdido hacia el de hombres. Traté de encararlo lo más tranquila que pude (aunque ya estaba completamente alerta y frikeada) y le dije que ya había notado lo que estaba haciendo, que me dejara en paz. Él me respondió que “no lo tomara a mal, que había sido una casualidad que me encontrara aquí y que dejara de darme tanta importancia».

Cuando me tocó dar la plática y contar mis experiencias, justo hice hincapié a lo vulnerables que podemos ser hasta en situaciones en las que deberíamos sentirnos seguras. Se notaba en la cara del sujeto que moría de ganas de arrebatarme el micrófono.

A los tres días me citaron en la dirección y el director me dijo que había recibido una queja “anónima” remarcando mi falta de profesionalismo y poca ética.

Gabriel Leal Díaz, 22 años

Actualmente me acosa uno de los empleados del Instituto en el que tomo muestras sanguíneas para mi tesis. El tipo espera a que no haya pacientes para decirme que me quiere llevar a un área privada para “darme abrazos muy fuertes”.

Las últimas veces que fui al Instituto fue más lanzado, y ahora me dice que quiere que lo abrace sin ropa. Hasta ahora he logrado escapar de la situación haciendo como que se me han regado las cosas de mi botiquín, pero no sé cuánto más pueda evadirlo. Lo peor es que no puedo denunciar la situación porque es el único sitio en donde puedo conseguir esas muestras y él tiene un gran cargo de poder. Ahora trato de buscar otro tema de tesis pero es muy difícil, me duele tener que dejar todo lo que he logrado por esta situación que, a su vez, no es muy tomada en serio en mi país.

Anna Paola Mateos Vázquez, 17 años

Un día, mientras caminaba a mi escuela, me di cuenta que uno de los autos estacionados junto a la banqueta estaba encendido pero sin nadie adentro. Cuál fue mi sorpresa cuando, al pasar al lado, me di cuenta que no se veía nadie porque quien estaba en el auto, estaba recostado en el asiento del piloto, masturbándose. Jamás había sentido tanto miedo como cuando me di cuenta que el tipo tenía, además, la mirada clavada en mí. Apresuré el paso lo más que pude, pero el tipo encendió el auto. Me aventó un beso, dobló en la esquina y desapareció. El corazón me iba a mil. Yo estaba “agradecida” de que sólo hubiera sido eso, porque de verdad pensé que ya no iba a regresar a mi casa.

Cuando le conté a mi mamá, me dijo que le había pasado algo similar y que era “normal” para las mujeres.

Melissa, 23 años

Mis roomates son una pareja. Una noche hicieron una peda e invitaron a su amiga, que me caía muy bien. Estuvieron tomando a lo largo de la noche en la sala, pero cuando me les uní, se fueron a su cuarto y me dejaron sola con ella. Platiqué con ella, esperando que volvieran, pues me parecía obvio que al ser su invitada no la iban a dejar conmigo. De repente la chava se me empezó a encimar mucho. Me cambié de asiento en el sillón para hacer distancia pero la chica me siguió, incluso me incliné hacia adelante para alejarme pero comenzó a acariciarme la espalda. Me sentí muy incómoda y tensa, nunca me había pasado que una mujer me hiciera sentir así y menos en mi propia casa. Mis roomies nunca volvieron con nosotras y para huir, le dije a la chica que ya me tenía que ir a dormir y preparar mi lunch del día siguiente. La dejé ahí y ahora cada que viene de visita me encierro en mi cuarto hasta que se va.

Marian Hamilton, 21 años

Tenía cinco años e iba en segundo de primaria. Una vez acompañé a mi madre a una escuela donde trabajaba. Cuando pasé al baño, un maestro de ahí me siguió (el baño estaba solo) y me dijo que si me limpiaba. Recuerdo que le dije “¡No!” y todavía el puerco volvió a insistir, ahí fue cuando grité. Supongo que se asustó y se fue.

Claudia Bello, 24 años

A los 11 años me desarrollé de manera más temprana que las niñas con las que me juntaba. Recuerdo que el señor de la tienda de la esquina me miraba de forma extraña cada vez que me mandaban por algo, incluso yo me escondía en los pasillos de los productos para evitarlo. Cuando le pagaba, trataba de no tocarlo pero él me agarraba toda la mano a la fuerza. Una vez dijo enfrente de todos los clientes que yo ya no era una niña y me vio de arriba hacia abajo asquerosamente haciendo “mímica” acerca de mi cuerpo. Todos rieron.

Paola Reyes

Tenía 17 años y eran vacaciones de verano. Nos fuimos de viaje familiar a visitar a mis abuelos pero como me tocó presentar un examen en mi ciudad, me regresé yo sola en autobús. Salí a las nueve de la mañana y me tocó en la parte de atrás, con el asiento a mi lado vacío. Me puse audífonos y como a los 20 minutos se subió un tipo (que saludó a otros dos que iban a bordo en los asientos traseros) y se sentó junto a mí.

Yo iba escuchando música y mirando hacia la ventana cuando de reojo me di cuenta que su mano estaba haciendo movimientos raros. Comencé a sentir que me estaba observando y me incomodé demasiado. Al volver a ver de reojo lo que estaba haciendo, descubrí que efectivamente se estaba masturbando, se cubría con la playera pero no me quitaba la mirada de encima y además señalaba su pene para que yo lo viera. Me puse muy nerviosa y me dio miedo, sólo pude pensar en que hacía poco había leído que a una señora la intentaron violar en un autobús y que el chofer en lugar de ayudarla también participó, la golpearon horrible. No sabía qué hacer, recordaba que además el tipo conocía a los que venían atrás, me imaginaba que entre los tres iban a hacerme algo.

No podía soportar un segundo más ahí. Le envié a una amiga por WhatsApp todo lo que estaba pasando y en qué autobús estaba, ella reaccionó llamándome y en voz alta le dije “el tipo que viene al lado de mí se está masturbando” para que todos escucharan. Inmediatamente me paré, le dije “quítate” (porque tenía los pies atravesados y no me dejaba pasar) y me fui caminando muy rápido hasta el primer asiento que vi lo más lejos posible.

Lo peor de todo es que ahora cada vez que viajo en micro y un hombre se sienta cerca de mí tengo la sensación de que va a volver a ocurrir.

Creo que todas recordamos la primera vez que nos acosaron. La primera vez que un hombre nos hizo sentir humilladas por nuestro cuerpo; que nos hizo sentir culpables por nuestra vestimenta; que nos hizo creer que íbamos muy destapadas o que fuimos muy amables y dimos “un mensaje equivocado”.

A todas esas personas que les dijeron “no te creo” cuando contaron su historia, a todas las que se callaron por amenazas, a las que el sentimiento de miedo las dejó paralizadas, a las que pensaron que nada iba a pasar si denunciaban, a las que se tragaron la impotencia… a todas ellas me gustaría decirles que son infinitamente más fuertes de lo que creen, que esas experiencias no deben ni pueden definirnos como personas. Que no dejen de vivir, que no olviden jamás que no somos lo que nos hicieron.

https://www.vice.com/es_latam/article/ev3jw7/un-tipo-se-masturbo-junto-a-mi-en-el-autobus-experiencias-de-acoso-sexual

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