Las alumnas de la Universidad de Guanajuato que han denunciado actos de acoso por parte de profesores han logrado extender su movimiento, aunque no todos los casos han terminado en sanción
Con el auge del #MeToo en redes sociales para denunciar el acoso sexual en distintos ámbitos —literario, académico, periodístico, musical, entre otros—, una colectiva de alumnas de la Universidad de Guanajuato impulsa a estudiantes de otras universidades para que denuncien a sus agresores. Ellas, que ya tienen un camino recorrido tras su denuncia pública de 2018.
“¡Fuerza a todas las compañeras de la U de G, que están alzando la voz! ¡Somos más!”, se lee en una publicación de Facebook de la Colectiva Alumnas UG en Sororidad, cuyas integrantes alzaron la voz el 14 de agosto de 2018, en una conferencia de prensa, para hacer público el acoso del que fueron víctimas por parte de profesores de la Universidad de Guanajuato.
2018, el año en que alzaron la voz
Después de la denuncia pública que 17 estudiantes realizaron en la conferencia de agosto de 2018, se sumaron otros casos para un total de 22 alumnas que acusaron haber sufrido acoso sexual por parte de sus maestros de licenciatura de la Universidad de Guanajuato. Todos con grado de estudios de doctorado e integrantes del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
La Universidad de Guanajuato cuenta con más de 42 mil estudiantes, tiene 4 campus universitarios y un colegio de nivel medio superior con 11 escuelas, según su sitio web. Ocupa el lugar 12 en un listado de las Mejores Universidades de México de 2017 y es la octava universidad que más investigadores aporta al SNI. Tan solo en 2016, aportó 461 académicos, de acuerdo con una lista publicada por el periódico Reforma.
Para este grupo de alumnas, alzar la voz sí surtió efectos. La Comisión de Honor y Justicia de la universidad atendió todos los casos, después de que tuvieron el acompañamiento de Verónica Cruz, directora de Las Libres —una asociación civil feminista— y quien ha sido reconocida por organizaciones como Human Rights Watch.
Contaron con el apoyo de Las Libres tanto en la preparación para la conferencia de prensa como en el seguimiento de todas las denuncias.
Sin embargo, la Comisión de Honor y Justicia de la universidad incurrió en actos de revictimización hacia las denunciantes durante las audiencias en la forma de tratarlas, después de que ya habían sido víctimas de acoso, explica Verónica Cruz a mexico.com.
La revictimización consistió en el tono de las preguntas que realizaba el personal universitario, así como en el contenido de estas. “¿Te tocó?, ¿te besó?, ¿tenían una relación?”.
Por ello, la asociación solicitó la intervención de la Procuraduría de los Derechos Humanos del Estado de Guanajuato (PDHEG) para que el personal universitario recibiera capacitación y, entonces sí, atendiera las denuncias de las alumnas con perspectiva de género y de derechos humanos.
Tanto la organización civil como las alumnas consideraron que la mejor opción era recurrir a la denuncia por la vía administrativa, con instancias de la Universidad de Guanajuato, y no a la vía penal.
“Haber hecho la conferencia de prensa, pero no solo eso, dar los nombres de los profesores; yo creo que ahí ya hubo una sanción social que por supuesto que quisieron revertirnos en todo el proceso, quisieron alegar que no fue debido proceso, que fue violada su presunción de inocencia.
“Ellos no entendían que nosotros decidimos justo no ir a la vía penal porque es una instancia más agresiva, que estábamos yendo por una vía administrativa con una universidad”, asegura Cruz.
mexico.com solicitó a la Colectiva Alumnas UG en Sororidad entrevistas para conocer testimonios y puntos de vista de las estudiantes que han sido víctimas de acoso, pero el grupo respondió que tanto los nombres como los testimonios de las afectadas son “completamente confidenciales” y que uno de sus compromisos es “mantener anónimos los casos”.
Los maestros que sí fueron sancionados
En el caso de las 22 estudiantes que denunciaron en 2018, después de la capacitación que la Procuraduría Estatal de Derechos Humanos impartió a personal universitario, la Comisión de Honor y Justicia de la Universidad de Guanajuato determinó aplicar sanciones a 7 de los 13 profesores señalados de acoso.
Las sanciones fueron en dos modalidades, según el reglamento de la institución: amonestación o suspensión. La primera consiste en un llamado de atención al profesor por parte de autoridades de la universidad y la segunda es una suspensión por 8 días hábiles sin goce de sueldo y pueden ser acumulativas, es decir, un profesor puede recibir varias suspensiones.
El criterio inicial durante los procedimientos se basó en valorar los testimonios escritos de las alumnas, firmados por ellas, y que incluían datos de tiempo, modo y lugar del acoso. El tipo de pruebas que se valoraron fueron las conversaciones por WhatsApp, por Facebook y otras redes sociales, así como los testimonios de profesores y estudiantes, cuando los había.
El resultado fue el siguiente:
Con sanción
7 profesores fueron sancionados
- Uno recibió tres suspensiones por la denuncia de tres alumnas
- Otro más recibió una amonestación y una suspensión por el señalamiento de dos alumnas
- Un maestro fue suspendido por la acusación de una estudiante
- Otro más también recibió una suspensión por la denuncia de una alumna
- Un profesor recibió una suspensión por el señalamiento de una estudiante
- Otro recibió tres amonestaciones por las denuncias de tres estudiantes
- Uno más recibió una amonestación por la denuncia de una alumna
Sin sanción
En otros casos, la Comisión de Honor y Justicia determinó no aplicar sanciones:
Seis estudiantes acusaron de acoso a un profesor y se determinó la no responsabilidad del docente porque no había pruebas suficientes. Los testimonios de las alumnas y del maestro no acreditaron las supuestas agresiones
Los procesos contra cuatro profesores quedaron sin efecto —sobreseyeron—: tres debido a que ya no trabajaban en la universidad y uno más porque era un académico invitado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
En el caso de un maestro acusado por una maestra, se determinó la no responsabilidad. La comisión concluyó que se trataba de un caso de mobbing o acoso laboral y esta falta no se pudo comprobar
Un maestro acusó a una estudiante de acoso, pero se determinó la no responsabilidad.
El caso de acoso que prendió las alarmas
Años antes de esta denuncia colectiva, hubo un caso que dejó un precedente en la Universidad de Guanajuato. Durante un viaje de trabajo en Aguascalientes, un profesor cometió acoso sexual contra una becaria que laboraba con él, cuando la llamó a su habitación de hotel para hacerle una insinuación sexual.
El suceso ocurrió en 2015 y, tras la denuncia de la víctima en 2016, la noticia se difundió en medios de comunicación de Guanajuato y nacionales. Ella primero le contó lo sucedido a una de sus mejores amigas, tres días después de la agresión, pero denunció seis meses después porque hasta entonces se sintió lista para hacerlo.
Pero el profesor quedó absuelto durante el proceso judicial y la universidad determinó no sancionarlo. En 2018, fue nombrado coordinador de un programa de posgrado y actualmente mantiene ese cargo, según el directorio de la institución.
“Él es muy amigo del rector, muy, muy amigo de Luis Felipe Guerrero Agripino, entonces, la cuestión es que él lo invitó a trabajar, le dio su plaza, él fue muchos años su coordinador de asesores”, relata Isabel Puente, la víctima, en entrevista.
Isabel estaba a punto de iniciar una maestría y de obtener un nuevo puesto de trabajo en la universidad cuando ocurrió la agresión, sin embargo, se vio obligada a abandonar ambos caminos, el académico y el laboral. Semanas después del incidente se fue a vivir fuera del estado de Guanajuato porque sentía amenazada su seguridad personal.
“Yo he escuchado, a mí nadie me lo va a contar, yo he escuchado hablar a (mi agresor) (…), a amigos que tiene en cosas policiales para mandar a golpear gente, cosas así. Teniendo idea de estos antecedentes, dime cómo no me iba a preocupar mi integridad física, mi vida”, explica.
Este episodio cambió el panorama de vida de Isabel, pero también afectó el vínculo con su familia por la cercanía que mantiene con autoridades de la universidad.
“Yo hace mucho tiempo, incluso no me consideraba feminista, y yo ya sabía que mi familia era muy machista. Claro, con esta situación sí hubo un distanciamiento importante porque obviamente no le convenía. Mi familia trabaja con el rector, entonces, claro, a nadie le convenía esa mala publicidad, digámoslo así. Hay una frase que dice: ‘primero los dientes y luego los parientes’, y a mí me tocó vivirla”.
Además, gente cercana al rector, Luis Felipe Guerrero Agripino, le decía que la agresión sexual había sido culpa de ella y que “parecía sirvienta” quejándose.
“Me decían que mejor siguiera cobrando, pero que ya no fuera a trabajar, que eso había sido mi culpa”, relata.
Pero el apoyo que sí recibió fue el de la comunidad estudiantil. Alumnos y profesores firmaron peticiones para que se hiciera justicia y los estudiantes realizaron protestas con pancartas en febrero y junio de 2016.
El mural borrado
El 27 de noviembre de 2018, dos días después del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Colectiva Alumnas UG en Sororidad inició la elaboración de un mural en una pared de la División de Ciencias Sociales y Humanidades del campus León de la Universidad de Guanajuato, con la colaboración de estudiantes de diferentes licenciaturas, bajo el lema “El arte es resistencia”.
Esta obra se realizó tras un acuerdo de la colectiva con el director de la división, Álex Ricardo Caldera, y con el secretario académico de la universidad, Sergio Antonio Silva, se describe en una publicación de Facebook del grupo de estudiantes. Pero el mural fue borrado durante las vacaciones de diciembre.
“Interpretamos lo sucedido como una muestra de la violencia simbólica que se vive en la División de Ciencias Sociales y Humanidades del campus León, por lo que rechazamos esta forma represión y censura”, se indica en un post de la colectiva del 8 de enero de 2019.
La razón por la que el mural fue borrado no se debió a una “instrucción directa”, de acuerdo con Álex Ricardo Caldera.
“El edificio no depende todo de la división, sino es dividido con la rectoría del campus y, en el escenario de la salida de vacaciones y en el mantenimiento que se le tiene que dar semestralmente previo a un nuevo inicio de semestre, y en esa instrucción de dejar listo el inmueble por parte de la Secretaría Académica, la parte operativa entendió incluso que el mural había que ser borrado. No es que haya habido una instrucción directa. Así se entendió por la parte operativa, y se borró”, explica el académico a mexico.com.
Caldera afirma que después del incidente las autoridades del plantel se comprometieron con la Colectiva Alumnas UG en Sororidad a definir un espacio para que las estudiantes pinten un nuevo mural.
“Ellas van a decidir qué pintar. Ya sea repetir el mismo o hacer otra cosa, pero que ellas mismas decidan”.
Protocolo U Género y restricción de chats
La Universidad de Guanajuato cuenta con un protocolo para atender denuncias de acoso sexual, que incluye la “Ventanilla U Género”, a través de la cual las víctimas o personas cercanas a ellas pueden presentar sus casos mediante un formulario digital o físico.
En el formato se deben precisar datos como: tipo de violencia, lugar donde se produce, fecha en que ocurrieron los hechos, consecuencias emocionales en la víctima, así como los datos del agresor.
“Ahí deben de tener el acompañamiento social, jurídico y emocional. El procedimiento ya está pavimentado, la Comisión de Honor y Justicia es quien conoce de estos asuntos de género, ya les sirvió en 22 casos”, señala la activista Verónica Cruz, quien ha trabajado de cerca con las víctimas.
Sin embargo, el mecanismo aún es perfectible, afirma Álex Ricardo Caldera, y por ello en la división que dirige, la de Ciencias Sociales y Humanidades, implementó restricciones a profesores en la comunicación que mantienen con estudiantes.
“(La prohibición implica) no utilizar correos, por ejemplo, redes sociales comerciales, no utilizar Whatsapp, no utilizar Messenger de Facebook. La comunicación tiene que ser a través del correo institucional” y de herramientas que corresponden a las redes institucionales, explica el investigador.
Ambiente de violencia contra las mujeres
Ni siquiera el día en el que hicieron públicas las denuncias contra sus acosadores en 2018, después de tres meses de prepararse, las alumnas pudieron hacerlo con toda libertad.
Esa mañana, durante la conferencia de prensa en el fórum cultural de la Universidad de Guanajuato campus León (minuto 16:19 del video de YouTube), se escuchó un chirrido de fondo, el sonido de una máquina, que las obligó a hablar más fuerte. Y solo pudieron hablar con normalidad hasta que alguien fue a pedirle a los trabajadores que callaran el ruido.
Entre esa violencia —quizá sutil— y la sexual, las alumnas de la Universidad de Guanajuato enfrentan un entorno dominado por hombres, quienes ostentan los altos mandos de la institución.
Los cuatro cargos principales (rectoría, secretaría general, secretaría académica y secretaría de gestión y desarrollo) son ocupados por hombres, y ocho de once integrantes de la Junta Directiva de la universidad también son hombres.
“De alguna manera las prácticas machistas, patriarcales, (están) arraigadas culturalmente en toda la sociedad y en todos los integrantes de la comunidad universitaria, o en una buena parte de los maestros”, reconoce Álex Ricardo Caldera.
‘Si me volviera a pasar…’
A casi cuatro años de lo ocurrido y a pesar de que las sanciones contra los maestros agresores ya comenzaron a hacerse efectivas en la Universidad de Guanajuato, Isabel Puente no considera la posibilidad de acudir de nuevo a la institución para que se juzgue su caso según los criterios universitarios.
“Por iniciativa propia yo ya no le movería. La verdad es que es muy pesado, fue muy desgastante, es luchar con muchas personas, que me pregunten si no me gustaba ni tantito, si él y yo no salíamos de repente al cine.
“Ser víctima de un delito te cambia totalmente la visión que uno tiene sobre la vida, la perspectiva sobre las cosas. Padeces ansiedad, depresión, cansancio, enojo, pasas por muchas cosas. Mira, si me volviera a pasar lo haría (denunciaría), y ya tendría una experiencia”.
Isabel considera que en la universidad no se reconoce a la violencia como tal y en consecuencia se minimizan las quejas y denuncias.
“Es una violencia que ‘no es violencia’, o sea, (dicen que) estamos locas, eso no pasa, los maestros son unas personas intachables, incorruptibles. Lo primero es que siempre se sordean (se hacen los desentendidos) ante cualquier denuncia, crítica, queja…
“Cuando no es así, tratan de desestimarlo y yo sé que ahora tratan, igual las chicas que denuncian, a mí me escriben todavía estudiantes de la universidad, para comentarme… que culpan a las víctimas, como si estuvieran haciendo eso por una calificación, porque les gustan los maestros o porque tratan de tachar su moral sexual, y aquí el punto es que hay una relación de poderes entre los profesores con las alumnas”, afirma.