Se trata de violencia de género
El tipo de violencia de la que hablamos se denomina “violencia de género” y debemos partir de la definición de género para entender el comportamiento de víctimas y agresores. En este caso, nos centraremos en los factores que favorecen la permanencia de la mujer en relaciones de violencia.
El género se puede definir como la construcción cultural que se crea en una sociedad a partir de las diferencias biológicas. Mediante esta construcción se adscriben cultural y socialmente aptitudes, roles sociales y actitudes diferenciadas para hombres y mujeres atribuidas en función de su sexo biológico.
En nuestra sociedad, la forma de ser y de sentirse mujer viene determinada por un estereotipo de “feminidad” tradicional que, entre otros rasgos que la definen, incluye la atribución de una importancia fundamental de todo lo relacionado con lo emocional, con las relaciones interpersonales, con el afecto, con agradar, los cuidados, el apego, y no solo con la creación de estos vínculos sino con la responsabilidad en su mantenimiento.
A partir de estos rasgos, encontramos que las mujeres víctimas de violencia de género pueden mantener sus relaciones por los mandatos de género: por depender emocionalmente de sus parejas (ensalzando el apego y el enamoramiento de novela romántica), por pena cuando ellos sufren algún problema (anteponiendo el cuidado del otro antes que el propio), por vergüenza (relacionada con desagradar al entorno familiar), por pensar que hay que aguantar lo que sea (sobrevaloración de la abnegación), por la culpa y el vacío ante la pérdida, etc.
También relacionado con las diferencias de género está la dependencia económica, puesto que muchas mujeres siguen apartadas del mercado laboral para asumir el rol de cuidadora/madre y, por tanto, no se perciben como autónomas para vivir sin pareja.
Así pues, además de los modelos psicológicos ampliamente aceptados para explicar el comportamiento de las víctimas de malos tratos, es necesario aplicar la perspectiva de género para tener una visión más completa del fenómeno.
(Francisco Plaza, psicólogo experto en violencia de género)
Fuentes culturales y sociales
La mujer no inicia el vínculo con quien cree que se convertirá en su agresor; la violencia progresa silente conforme la relación se va haciendo más compleja. En los inicios, la mujer puede confundir manifestaciones de celos como muestra de un amor apasionado hacia ella. Puede sentir esto incluso como una señal de desamparo de él, que su amor podrá reparar.Será más allá de esta fase cuando aparezca el primer hijo, que se hará evidente que el objetivo del vínculo es distinto para ambos. Por eso la mujer queda en un principio antes sorprendida que asustada cuando acontece la primera agresión(verbal, gestual o física)pues la violencia es incompatible con la idea de un proyecto conjunto de confianza y futuro.Esta distorsión sobre lo que debería ser constructivo y protector (la matriz afectiva) le otorga precisamente su capacidad destructiva y por tanto traumática a esta violencia.
La relación afectiva entre dos personas que se comprometen, alude en nuestro imaginario a una complementariedad afectiva, sustentadora y protectora. Un vínculo que no busca el sufrimiento como fuente de placer, sino dar dar forma a un proyecto basado en un ideal (muchas veces cultural) sobre dicha relación.Solo podremos llegar a comprender el efecto traumático de esa violencia, si no olvidamos las fuentes culturales y sociales de los que se alimentan los mandatos que refuerzan la permanencia de la mujer, pese a la violencia.
(Antonio Escudero Nafs, Principales modelos teóricos de la mente explicativo de una permanencia de las mujeres en una relación con parejas violentas, UNED)
Este artículo pretende explicar grosso modo cuáles son las causas que provocan que las mujeres maltratadas permanezcan privadas de su derecho a vivir una vida libre de violencia.Nos centraremos exclusivamente en la psicología sin atender, de momento, a otras cuestiones también importantes.
“El silencio es siempre cómplice del maltrato, como la pasividad o el no rechazo de este tipo de violencia beneficia siempre al maltratador”
(Raimunda de Peñafort, Titular del Juzgado nº 1 contra la Violencia de Género)
Los modelos psicológicos teóricos que pretenden explicar la permanencia de la mujer en la violencia de género parten de que la situación de violencia es desventajosa para quien la sufre. A medida que la situación se prolonga la expectativa sobre un cambio favorable disminuye y aumenta el riesgo de que dicha situación continúe . La acción más congruente sería abandonar, sin embargo, la mujer prosigue en esta relación violenta.
Esto es lo que más perturba a la sociedad y a quienes trabajan por erradicarla ¿Por qué la mujer rompe con esta lógica? ¿Por qué no abandona en un primer momento esta relación?
Este vídeo es una experiencia que prueba como en apenas cinco minutos podemos ser víctimas de indefensión aprendida, así se pueden sentir las mujeres que sufren de violencia de género. Esto nos puede ayudar a comprenderlas mejor, saber cómo funciona nos ayudará a desactivarlo.
¿Por qué las mujeres maltratadas permanecen con sus agresores?