La familia de Claudia Recio Saláis acudió puntualmente a la Octava Zona Militar con el propósito de acompañar a otras víctimas en la primera búsqueda oficial de unos cuatro mil desaparecidos en esta ciudad fronteriza.
Claudia es una joven y atractiva madre de tres niñas a quien su familia le perdió el rastro alrededor de las 12:30 del mediodía del 19 de junio del presente año.
Ese día, Claudia Recio, de 30 años de edad, acudió a visitar a una amiga que vive en la Colonia Buganvilias, un barrio de Reynosa famoso porque ahí han ocurrido diversos enfrentamientos entre grupos rivales del crimen organizado y donde operó un tiempo Martín Omar Estrada Luna, “el Kilo”, uno de los perpetradores de la masacre de migrantes en San Fernando.
Antes de desaparecer, Claudia Recio Soláis se desempeñó laboralmente como gerente de Invercap. Horas después de que se perdió todo contacto con ella, su vehículo fue localizado a varios kilómetros, en la colonia Palo Blanco.
Las investigaciones sobre su caso arrojan que su celular fue apagado pasadas las 15:00 horas, misma hora que su camioneta abandonó la colonia Buganvilias, según consta en las cámaras de seguridad de algunas avenidas.
Ese mismo día, por la noche, se volvió a activar su celular, pero sin el servicio de ubicación en tiempo real (GPS).
“Tenemos la gran esperanza de que aparezca”, afirmó la madre de Claudia, con un aplomo y con un semblante que intenta no mostrar su angustia.
La familia acudió al operativo que se realizó en Reynosa los días 21, 22 y 23 de octubre.
Los parientes de Claudia intentan esconder su angustia y pesar ante el resto de las familias, aunque todas comparten un dolor común. Cuentan a esta agencia informativa que la madre desaparecida tiene tres niñas: una de once, otra de nueve, y una más de siete años de edad.
Las familias con parientes desaparecidos se reúnen en un estacionamiento de la Octava Zona Militar. Están rodeadas de decenas de vehículos blindados y artillados que son los que cotidianamente patrullan esta ciudad fronteriza, vecina de la apacible McAllen, Texas.
El operativo lo encabeza Jorge Ernesto Macías Espinoza, comisionado estatal de Búsqueda, quien dijo que está trabajando “conjuntamente con las familias para localizar a las víctimas”.
Y lanza un mensaje a la prensa: “No puedo garantizar su seguridad”, debido a que ya no hay cupo para los periodistas en el camión blindado del Ejército, un “SandCat”, donde serán trasladadas las familias para protegerlas.
El convoy está integrado por varios camiones militares artillados, además de camionetas blindadas, donde se trasladan los peritos forenses, antropólogos, y agentes de los servicios periciales de la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas.
Complementan la caravana patrullas de la Policía Federal (PF), de la estatal y agentes de la procuraduría, armados con fusiles de asalto, cubiertos del rostro y protegidos por gruesos chalecos antibalas.
Las búsquedas
Pasadas las 10:00 de la mañana, la caravana de vehículos se enfila a una de las zonas más peligrosas de Reynosa, que está cerca del Río Bravo, el ahora tranquilo arroyo que divide la frontera de Estados Unidos con México.
El traslado para arribar al primer sitio de búsqueda dura una media hora. Los terrenos a “peinar” con canes entrenados para localizar cuerpos están a escasos metros del Puente Internacional Anzalduas, que conecta Reynosa con los Estados Unidos.
El protocolo para arrancar la búsqueda incluye el despliegue de decenas de efectivos armados para proteger a los peritos y familias. Los militares y policías, tensos, acomodan sus armas a la altura del pecho. Barren con la mirada todos los espacios de la zona con poca vegetación y escasas viviendas.
Los sitios a buscar son producto de confesiones de criminales o investigaciones de las familias sobre los lugares en donde los miembros del crimen organizado desaparecen a sus víctimas o rivales.
Durante varios minutos los canes comienzan a olfatear la zona y, más tarde, aparecen los primeros resultados. Para el mediodía se localizó un hueso de una pierna, ropa y parte de una vértebra.
Las familias que acompañan a los peritos como testigos tienen sentimientos contrapuestos: por un lado no desean que los restos localizados sean de sus parientes, pero a su vez ansían conocer en dónde están y qué pasó con ellos.
Los testigos se deben retirar del lugar donde se encontraron restos humanos debido a que la pesquisa cambió su estatus legal. La evidencia ya no es de un desaparecido, sino que ahora se trata de un homicidio y se debe evitar contaminar la zona del crimen.
Todos los restos tienen que ser levantadas por expertos de servicios periciales con sumo cuidado y resguardados en bolas especiales que las protejan para que posteriormente sean analizadas por los forenses, quienes extraerán el material genético y los comparen con los guardados en los bancos de ADN de personas desaparecidas.
Posteriormente, el convoy se enfila por un camino sin pavimentar, cubierto de lodo que hace más lento el viaje rumbo a una casa abandonada y semidestruida.
Ahí abunda maleza y árboles, pues está en el margen del Río Bravo. Aquí se localizó una mano cercenada.
El segundo día el operativo no rindió frutos. Para el tercero, se buscó en los tres lagos de la zona conocida como Retana, donde se supone que tiraron cuerpos. Se sumergieron cámaras especializadas, sin éxito.
No obstante, ese día los fiscales de la Procuraduría reportaron que en la Colonia Almendros se localizaron dos cuerpos en una fosa clandestina.
En entrevista, el comisionado Jorge Ernesto Macías informó que están colaborando con unos 15 colectivos de familias con parientes desaparecidos de Tamaulipas.
“En las últimas semanas hemos realizado unas 25 búsquedas de campo en polígonos ubicados en diversos municipios de Tamaulipas. En algunos de ellos se han localizado restos que suman varios kilos”, agregó.
Macías Espinoza enfatizó que para agilizar las búsquedas recientemente adquirieron un dron que cuenta con un sensor especial para reconocer los gases que arrojan los cuerpos en descomposición.
“Este dron será utilizado para las búsquedas en campo. Sobrevolará áreas inaccesibles donde tendremos que realizar una búsqueda y a través de los gases que pueda detectar a cierta altura, podremos obtener resultados”, concluyó Macías. Por su parte, representantes de las familias que participaron en el operativo de tres días se quejaron del escaso apoyo que brinda a Tamaulipas la comisionada nacional de Búsqueda, la doctora Karla Quintana.
“La doctora Karla fue nombrada para que encabece la búsqueda de personas a nivel nacional. No obstante, a Tamaulipas, no viene”, comentó Geovanni Barrios Moreno, quien encabeza la organización Justicia Tamaulipas que afilia a unas 200 familias con parientes a los que se les perdió el rastro.
“No nos lamentamos por su presencia, sino que podrían traer respaldo en equipo. El comisionado estatal está limitado con sus recursos científicos para poder contar con toda la tecnología y los recursos con los que cuenta la Federación”, agregó Barrios.
El dirigente de Justicia Tamaulipas subrayó que la comisionada nacional “no vienen porque hacen política con esta problemática de los desaparecidos”, para decir que sí están trabajando.
“No obstante, esto no es político, es un asunto de elemental justicia para las familias. Eso es muy lamentable porque Tamaulipas es el estado con el mayor número de desaparecidos del país, con alrededor de 15 mil personas desaparecidas”, dijo Geovanni Barrios.
En Reynosa habitan aproximadamente un millón de ciudadanos y es dominada por diversas fracciones del Cártel del Golfo (CDG). Los sucesos violentos como los recientes de Culiacán, Sinaloa, se han repetido aquí al menos una docena de veces en meses pasados.