Entre discriminación y violencia viven las mujer todos los días.
Desigualdad salarial, limitaciones en el acceso al trabajo, condiciones precarias de empleo y agresiones sexuales son situaciones que prevalecen en el ámbito laboral de las mujeres. Consideradas como “violencia laboral”, la continuidad de estas prácticas se explica por la vigencia de conductas discriminatorias y humillantes y por la falta de un marco legal que las sancione.
Prácticas de discriminación, hostigamiento y precarización laboral constituyen el panorama de las mujeres trabajadoras en México, quienes suman más de 16 millones y representan casi el 40 por ciento de la población económicamente activa del país.
No obstante que la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres ordena promover la incorporación equitativa de las mujeres en el mercado laboral, cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señalan que, actualmente, 55 por ciento de mujeres que trabajan recibe ingresos inferiores a los dos salarios mínimos, mientras que la proporción de hombres con sueldos similares es de 38.8 por ciento.
Asimismo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señala que mientras el 5.2 por ciento de los trabajadores varones llega a puestos directivos, apenas el 3.9 por ciento de las mujeres lo logra. En contraste, el 56 por ciento de las mexicanas está empleado en el sector informal, de acuerdo con la STPS. Esto limita sus posibilidades de acceder a servicios de salud y prestaciones sociales.
Se considera que 7.2 millones de mujeres son jefas de familia; es decir que casi la mitad del total de trabajadoras mexicanas es el único o principal sostén de sus hogares.
La alta presencia de mujeres en trabajos informales obedece a que éstos suelen ser más flexibles y les permiten conciliar su vida laboral con la familiar, aunque ello implique, en muchos casos, someterse a esquemas de subcontratación, condiciones de trabajo inestables y bajos salarios, señala la maestra Hilda Rodríguez Loredo, docente de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y coordinadora de la Especialidad de Género en la Economía en dicha Facultad.
Rodríguez Loredo explica que el rol tradicional de la mujer como encargada de las tareas domésticas es reproducido en el ámbito laboral al relegarla a actividades relacionadas con el cuidado de personas o la prestación de servicios, trabajos considerados como “propios de su condición de mujer”.
Esta prevalencia de la división sexual en el trabajo motiva la discriminación y violencia hacia las mujeres, pues como su trabajo en el hogar carece de reconocimiento social y económico, al trasladarse al mercado laboral sus actividades se siguen viendo como de menor valor, apunta la académica.
En el documento Mujeres y hombres en México 2010, el Inegi señala que además de la división sexual del trabajo, las condiciones económicas y sociales actuales y la distribución de las actividades dentro del hogar reproducen las diferencias en la participación laboral de hombres y mujeres e incluso en la intensidad de su trabajo.
La Encuesta nacional de ocupación y empleo 2009 señala que, en México, las mujeres destinan en promedio 5.5 más horas al trabajo a la semana que los varones, a las que se suman las 18 horas que tienen de trabajo doméstico por encima de los varones cada semana. Esta diferencia deja al descubierto los roles de género y pone de manifiesto que aún no se han producido cambios significativos en la esfera doméstica, señala el INEGI
http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2010/09/09/trabajo-femenino-entre-discriminacion-y-violencia/