Se trata de una de las prácticas menos conocidas de la violencia de género, es una violencia perfecta porque es silenciosa, aceptada y justificada no solo por la sociedad y los médicos, sino también por las mujeres. Es un tipo de agresión invisible y es común que una mujer, aunque la haya vivido, no sepa que el término existe. Se define como violencia física y psicológica en la que se insulta, maltrata, agrede, engaña, infantiliza, mutila y hiere a las mujeres durante el embarazo, parto y pos parto.
Tactos vaginales realizados por más de una persona, episiotomía ((incisión quirúrgica en la zona del perineo femenino) como procedimiento de rutina, el uso de fórceps, la maniobra de Kristeller, el raspaje de útero sin anestesia, la cesárea sin verdadera justificación médica o el suministro de medicación innecesaria, además de malos tratos, esto es violencia obstétrica.
Se trata de una de las prácticas menos conocidas de la violencia de género, es una violencia perfecta porque es silenciosa, aceptada y justificada no solo por la sociedad y los médicos, sino también por las mujeres. Es un tipo de agresión invisible y es común que una mujer, aunque la haya vivido, no sepa que el término existe. Se define como violencia física y psicológica en la que se insulta, maltrata, agrede, engaña, infantiliza, mutila y hiere a las mujeres durante el embarazo, parto y pos parto.
Para abordar este tema desde un punto de vista muy peculiar, se presentó el libro Violencia Obstétrica, Nuestro cuerpo, nuestro embarazo, nuestra maternidad: Guía para recobrar tu poder y recibir a tu bebé en paz, ¡No te quedes callada!, está escrito por cuatro mujeres: Mercedes Llamas Palomar, Berenice Reyes Beltrán, Nadia Choreño y Anna González Ruiz.
El Economista tuvo la oportunidad de platicar con Mercedes, quien comparte que la violencia obstétrica es un término que se empieza a utilizar, pero que aún las mismas mujeres que lo viven y que están pariendo en este momento, embarazadas o en pos parto, no lo conocen a profundidad. “La ideología de, `si el bebé y la mamá están bien, entonces ya todo lo demás no importa´, debe parar, esto es lo que va invisibilizando un cúmulo de acciones que no debiera padecer una mujer cuando está en la culminación de su embarazo”.
Tres de las coautoras son madres y todas vivieron violencia obstétrica, “cuando lo vivimos no supimos que lo estábamos padeciendo, hasta que, en pandemia, en un club de lectura que se organizó en el fraccionamiento, porque somos vecinas, platicamos sobre violencias, una de ellas saco el tema, comenzamos a hablar de todo lo que nos había pasado y coincidimos en lo común que es y nadie hace nada, por eso decidimos escribirlo”.
Dijo que el distintivo de este libro, es que está escrito por madres que vivieron esta violencia y que no son especialistas en el tema, ninguna es médico y cada una desde su área de experiencia hizo un análisis. Desde la psicología, el derecho, la criminología, además de que una de ellas es asesora de lactancia y maternidad.
De mujeres para mujeres
Para ellas lo más importante era darles voz a las mujeres, por ello el libro está basado en 13 testimonios de diferentes partes del mundo que narran como fueron sus experiencias, después las autoras aportan un análisis desde las cuatro disciplinas.
Mercedes asegura que la forma de comenzar a erradicar este problema siempre será a través del conocimiento y aunque no somos las mujeres las encargadas de prevenir la violencia, porque toda la población debería estar educada al respecto, las mujeres tenemos que saber qué es para poder señalarlo claramente. Recalca que eso no exime a las personas que provocan esa violencia de su culpa y ellas son las que tendrían que erradicar esas prácticas. “Esto por ahora es idílico, por eso tenemos que empoderar a las mujeres a través de la información y el conocimiento”.
Que conozcan, por ejemplo, el plan de parto, porque dentro de nuestros sistemas de salud mexicana existe una violencia sistemática, que incluso no tiene que ver con los médicos, sino con los protocolos y que no están tipificados como violencia. “entrevistamos a dos doctoras y nos comentaban que ellas cuando hicieron la residencia, muchas de estas prácticas venían como un procedimiento que ellas tenían que hacer. No es como otras violencias donde hay un total objetivo del victimario por causar violencia, no hay dolo, pero así se ha hecho siempre y nadie ha pensado en cambiarlo”. Donde sí hay dolo es por ejemplo cuando el médico manda una cesárea sin ser necesario, solo porque para él es cómodo, cobra más y tiene su tiempo controlado.
Por ello en el plan de parto plasmas exactamente cómo te imaginarías tu parto, “porque además es algo que muchas mujeres lo imaginamos como algo tan importante como una boda o una graduación, lo planeas con mucho tiempo y a la mera hora sale todo al revés. Con el plan, las mujeres antes de estar en este momento de total vulnerabilidad si quieren epidural, o no, si quieren episiotomía, si hubiera posibilidad de música, qué tipo, buscar a los doctores que más te inspiren confianza y se adecúen a las necesidades; la idea es que el o la acompañante de la mujer, luche por que se respete este plan de parto”.
Humanizar el parto
La violencia obstétrica justo inicia cuando al parto se le ve como una enfermedad y no como una condición humana. Anteriormente en México y muchas otras partes del mundo, todos los partos se trataban a través de mujeres que iban pasando su conocimiento, poco a poco fueron desplazadas por las salas de hospital, que, si bien es cierto, permitieron detener la muerte de muchas mujeres, le restaron importancia a este momento de la vida tan importante de una madre con su hijo.
De acuerdo con Mercedes, tenemos que regresar a ese modelo sin dejar la medicina de lado, porque también es una herramienta maravillosa que salva muchas vidas. Se trata de una unión respetada de la medicina y de las prácticas ancestrales, con ello la idea es que, si no hay una indicación médica, sea una partera la que reciba al bebé, incluso la Organización Mundial de la Salud establece que mientras más hagamos uso de las parteras, habrá una disminución muy fuerte de muertes maternas y de bebés.
Mercedes concluye que el parto no es una enfermedad, que no hay que patologizar la situación, desde ahí cambia toda la concepción de cómo llevar un embarazo y hacia allá tendríamos que ir todas las mujeres.
https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/La-violencia-obstetrica-la-mas-silenciosa-20230818-0035.html